Hoy presentamos una sección nueva dedicada a la cultura, y en este caso a la pintura, ya que las representaciones pictóricas siempre tuvieron una fuerte vinculación con el vino y los destilados.
Esta semana nos gustaría comentar un intenresante cuadro al óleo de Dalí, cuyo motivo nos muestra cómo los bodegueros hacían por aquel entonces el corcho antes de embotellar el vino. La imagen está incluida en Los vinos de Gala, un libro publicado en 1977 por la editorial Draeger (París). Muy recomendable por su edición a color pero también porque refleja el importante vínculo que Dalí tuvo con el vino, incluida su propia producción.
«Parece que el genial benedictino adoptó también el tapón de corcho en sustitución de la clavija de madera rodeada de estopa engrasada, que se pudría demasiado rápidamente. Carlomagno conservaba todavía su vino en ánforas taponadas, como en los tiempos de Roma, y Luis XIV, que no tenía botellas, hacía sacar sus grandos caldos directamente del tonel.
Gracias al tapón de corcho, el vino tomó al fin una dimensión temporal. El tapón le permite respirar y, como a todo ser viviente, transmutarse. Un vino sofocado muere muy pronto, en tanto que una botella precintada con corcho brinda al caldo una morada para que éste se abandone al placer de imaginar nuevos aromas. A menudo se mide mal la importancia de este trozo de corteza porosa sin la cual nuestras bodegas perderían los más prestigiosos de sus huéspedes. En el champagne, el tapón de corcho, encorsetado en alambre, permite domeñar una turbulencia que no demanda sino brotar, resguardando al mismo tiempo la promesa de los racimos» (Max Gerard).
Antes de comprar el libro Los vinos de Gala, os recomendamos leer el artículo que publicó La Vanguardia en enero de 2018 sobre el mismo, ya que la editorial Taschen publicó en el 2016 una reedición de este libro: «Ni blancos ni tintos, así eran los vinos según Dalí», leer artículo completo.
